La segunda edición del
Global Teacher Prize, el premio que reconoce al mejor docente del mundo, ya
tiene ganador. Se trata de la palestina Hanan al-Hroub, que recogió el pasado
domingo el premio durante una ceremonia celebrada en Dubái en la que el papa
Francisco pronunció el nombre de la ganadora. “Estoy orgullosa de ser una mujer
palestina en este escenario”, afirmó la profesora al recoger el premio. “Lo
acepto como una victoria de todos los profesores en general y de los profesores
palestinos en particular”.
Durante la ceremonia, el expresidente de Estados
Unidos Bill Clinton se dirigió a los profesores para decirles: “No lo oís lo
suficiente, pero vuestro trabajo es verdaderamente heroico”.
Por segundo año consecutivo,
una mujer se alza con el premio. El pasado año fue la profesora estadounidense
Nancie Atwell quien hizo lo propio gracias a su proyecto CTL (Center for
Teaching and Learning), en Maine. Al-Hroub ha conseguido superar a los otros
nueve competidores que conformaban la selección final, entre los que estaban la
refugiada afgana Aqueela Asifi o Colin Hegarty, un célebre profesor británico.
Su marido e hijos fueron
disparados mientras volvían del colegio, y aunque los pequeños salieron ilesos,
el padre fue herido delante de sus propios ojos
“Cada día, el papel de los
profesores es cada vez más fuerte, y su importancia mayor a medida que el mundo
cuestiona qué futuro queremos para nuestros hijos”, señaló la profesora. “Como
profesores, podemos construir los valores y la moral de los jóvenes para
asegurarnos un mundo justo, más bello y más libre”. El premio es entregado por
la Varkey Foundation, del magnate educativo Sunny Varkey, presidente de GEMS
Education, la mayor cadena de colegios privados del mundo, con 130 repartidos
en 12 países.
Una vida entre balas
Hanan al-Hroub nació en el
campo de refugiados palestinos de Dheisha (Belén), controlado por Israel hasta
el 21 de diciembre de 1995, cuando la retirada de las tropas provocó que
quedase en manos de la Autoridad Nacional Palestina. El campo sufrió una gran
destrucción durante la Segunda Intifada, entre 2000 y 2005. “Me crié en un
entorno lleno de violencia, no tuve una infancia normal”, recordaba la
profesora en el vídeo que acompañaba a su candidatura.
Vídeo presentación de Hanan
al-Hroub en la página del Global Teacher Prize.
A pesar de haber vivido en
una de las zonas más conflictivas del planeta, fue cuando sus hijos sufrieron
la violencia directamente cuando Al-Hroub decidió dedicarse a la educación
primaria. Su marido e hijos fueron disparados mientras volvían a casa después
de un día de colegio, y aunque los pequeños salieron ilesos, su padre fue
herido delante de sus propios ojos. “Los niños maduran aquí rápidamente, porque
la situación en la que vivimos es muy diferente a la de los niños de otras
partes del mundo”, recuerda. Ante las dificultades que encontró para conseguir,
sin el auxilio de otros profesores, que sus hijos superasen el trauma, decidió
ayudar a otros pequeños en la misma situación.
Al-Hroub imparte clase en
Dheisha, que, según los datos de la Agencia de Naciones Unidas para los
Refugiados de Palestina en Oriente Próximo de 2008, tiene una población de unos
13.000 habitantes. El proyecto empezó cuando Al-Hroub agrupó a sus hijos y los
de los vecinos para que jugasen, lo que contribuyó a que empezasen a sentirse
mejor y más seguros.
“Desde el primer día que
entré en la clase, intenté comportarme como una consejera social, como una
madre y como una profesora”, explica. “Los criamos y, entonces, los enseñamos.
Tengo que lidiar con personalidades que han sido producto de su entorno. La
violencia no tiene por qué ser física, puede tomar muchas formas. Actúa como
una barrera para que los profesores podamos desempeñar nuestros roles”. Como
señala la profesora, algunos estudiantes, aunque no hayan sufrido ataques,
registros o detenciones como muchos otros del campo de refugiados, perciben la
tensión a su alrededor.
La
educación de la no violencia
¿Cómo sacar adelante una
clase en una ciudad rodeada de murallas y pasos de control? Al-Hroub lo tiene
claro: adoptando una filosofía de no violencia que, si bien puede no resolver
los problemas educativos del primer mundo, es de vital importancia en una
sociedad en la que “las clases pueden ser muy violentas”. “Ella se centra en
desarrollar confianza, respecto, honestidad y relaciones afectuosas con sus
estudiantes, y enfatiza la importancia de la alfabetización”, explica la
biografía que aparece en la web del Global Teacher Prize.
“Cuando digo 'no a la
violencia', lo transmito a los estudiantes sin que ni siquiera se den cuenta, a
través de un comportamiento y una ética que enseño a través de juegos”, explica
la profesora. “Todos estos tienen sus propias reglas y guías, y cada estudiante
que quiera participar, ya sea en un grupo o en la clase, tiene un papel”. En
definitiva, sintetiza, su objetivo es "promover la no violencia" a
través del “juego y el aprendizaje”. Entre las herramientas que utiliza la
profesora palestina, se encuentran el refuerzo positivo o la utilización de
historias para transmitir los contenidos.
Gracias al éxito de su
trabajo con niños, Al-Hroub empezó a ser reclamada por diversas organizaciones
para enseñar a otros profesores su metodología educativa. El papa Francisco
felicitó a la mujer palestina por la “importancia que le da al juego en la
educación de los niños”. “Les digo a todos los profesores, sean palestinos o de
otras partes del mundo, que nuestro trabajo es humano y nuestros objetivos son
nobles, que debemos enseñar a nuestros niños que nuestras únicas armas son el
conocimiento y la educación. Es la única manera de recuperar lo que nos
arrebataron a causa de la ignorancia”, concluye Al-Hroub. La profesora
destinará el dinero del premio para financiar una academia en la que explique
sus métodos, así como a ayudar a otros profesores palestinos.
Tomado de la web enlace http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2016-03-14/hanan-al-hroub-mejor-profesora-mundo-nueva-edicion-global-teacher-prize-2016_1168266/
“Los profesores somos el poder real, sólo
nosotros podemos cambiar el mundo”, dijo emocionada durante la ceremonia de
entrega. Su método pedagógico pretende proteger la infancia de los niños
palestinos y ayudarlos a superar el trauma de vivir en una sociedad impregnada
de violencia.
Hanan se dio cuenta de que tenía que hacer
algo cuando sus hijos quedaron traumatizados al ver a su padre herido por
disparos durante la Segunda Intifada. Iban camino a la escuela. Tras el
incidente, los niños cambiaron; su humor, su personalidad y su rendimiento
académico se resintieron, y Hanan no sabía a dónde acudir. “Sentí que estaba
sola con los problemas de mis hijos”, recuerda.
Entonces empezó a inventar juegos en casa y a
invitar a los hijos de sus vecinos con la esperanza de que volvieran a
recuperar la inocencia perdida. “Su confianza empezó a crecer, se hicieron más
sociables, sus comportamientos negativos cambiaron, y mejoraron las notas en
clase”, asegura. Tras esta experiencia, Hanan dejó sus estudios como asistente
social y se tituló en Enseñanza Primaria.
“Intento ser una orientadora social, una
madre y una profesora para mis alumnos. Primero los criamos, y luego los
educamos”, explica. No es fácil ser un niño en los territorios ocupados de
Cisjordania. En el mejor de los casos, los menores se enfrentan día a día a
checkpoints, presencia militar o escenas de violencia como detenciones,
registros y disturbios. Están tan acostumbrados a esa situación, que es
habitual verlos jugando por las calles con armas de plástico turbadoramente
realistas.
Los niños han convertido en normal y
cotidiano algo que no debería serlo. Por eso la mejor profesora del mundo
decidió abrazar la no violencia. “La transmito a mis alumnos sin que lo noten,
a través de los comportamientos y la ética que les enseño a través de los
juegos”, afirma. Y parece que los niños han recibido con agrado este método
pedagógico, como puede verse en el vídeo que adjuntamos a esta noticia.
“Al jugar con mis alumnos, trato de disminuir
el efecto de la violencia entre ellos, sobre todo en aquellos que se exhiben un
comportamiento agresivo”, dice. “Trato de cambiar estos comportamientos, que a
menudo contribuyen a la falta de participación y de concentración, y
reemplazarlos por la confianza, el diálogo y el respeto mutuo”, añade en una
entrevista con la agencia de la ONU para los refugiados palestinos.
Y a juzgar por los resultados en las escuelas
palestinas en las que se ha aplicado su metodología, enseñar a través de los
juegos funciona. Los comportamientos violentos han disminuido, e incluso los
profesores han modificado de actitud. “He aprendido a retarme a mi misma y a
buscar siempre una forma mejor de lidiar con los niños”, asegura una asistente
social formada por Hanan, que incluso ha escrito un libro sobre su experiencia:
‘Aprendemos y jugamos’.
Con la
beca recibida, la maestra palestina planea abrir una academia para enseñar a
más profesores su método de enseñanza. “Debemos enseñar a los niños que
nuestras únicas armas son el conocimiento y le educación”, insiste. “Es la
única forma de recuperar lo que nos arrebataron, porque nos lo quitaron por
culpa de la ignorancia”.
Tomado de La Vanguardia Enlace Web:
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